Respiración

Todos tenemos la facultad innata de respirar de forma automática e involuntaria, pero más allá de ser una de las principales funciones fisiológicas del ser humano, la respiración establece el vínculo entre el cuerpo y la mente.

Respirar de forma consciente, regulando el ritmo y controlando la velocidad y profundidad nos conducirá a la relajación, liberando tensiones y equilibrando las emociones.

La respiración consciente es la herramienta más eficaz de que disponemos para ganar salud física, controlar el estado de ánimo, reducir el estrés e incrementar la capacidad mental e incluso el dolor.

En estados de pánico, ansiedad y estrés la respiración es superficial y corta, el corazón se acelera y la tensión arterial se eleva, manifestándose taquicardia e hiperventilación.

Cuando se respira profundamente y con naturalidad se amplía la conciencia corporal, la actividad física y la lucidez intelectual e, incluso, se estimula la creatividad.

Hay dos tipos de respiración:

• Natural: al inspirar el bajo vientre se expande y en la exhalación se contrae.
• Invertida: al inspirar se contrae la musculatura del bajo vientre y en la exhalación se expande.

Tres maneras de aplicarla:

• Equilibrada: los tiempos de inspiración y exhalación son iguales.
• Tonificante: el tiempo de inspiración es más largo que la exhalación.
• Sedante: el tiempo de exhalación es más largo que la inspiración.

Tres formas de conducirla:

• Abdominal o diafragmática: en la zona baja del tronco.
• Dorsal o torácica: en la parte media del tronco.
• Clavicular o superior: en la zona alta del tronco.